jueves, 17 de julio de 2014

Compañerismo.

22.30. La última media hora suele ser la peor. Casi todos los coches han llegado y no suele venir casi nadie a recoger el suyo. Aprovecho para acabar mi rutina laboral y ponerme la ropa de calle.
22.50. Ya he cumplido mis horas laborales. Sólo una vez llegué tarde sin avisar. No existían los móviles y me pilló un atasco. Mi compañero me echó la bronca.
23.00. Entra un cliente que dejó su coche la noche anterior. Yo no esperaba que viniera y ya había cerrado la caja. Yo deseaba que me pagara exacto para guardar el dinero con el recibo. Pero tuve que abrir la caja para darle la vuelta. Mi compañero de noche entró antes de abrir la caja.
Le reprocho que esto debía estar haciéndolo él. Me sentí como aquel antiguo compañero, pero con la diferencia de que el de ahora no es la primera vez que lo hace. Ni será la última. Él lleva muchos más años que cuando yo llegué tarde.

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